El Curioso Incidente del Perro a Medianoche es una original
novela escrita por el autor inglés Mark Haddon que narra las aventuras
de un muchacho autista, Christopher Boone, cuando decide iniciar una
investigación para descubrir quien mató a Wellington, el perro de su
vecina la señora Shears.
Christopher tiene 15 años y tiene unas
capacidades intelectuales fuera de lo común. Es capaz de calcular
mentalmente la raíz cuadrada de 2.317 y obtener la raíz cúbica de una
serie de números cardinales para relajarse. Sin embargo es incapaz de
interpretar correctamente las expresiones de las caras de las personas
tales como el enfado o la alegría, ni entender los juegos de palabras
cotidianos del lenguaje como los chistes o las frases con doble sentido.
Tampoco puede desarrollar una empatía afectiva con otras personas, ni
siquiera con sus padres. Carecer de estas mínimas habilidades sociales
hace que Christopher se sienta aturdido y asustado por el comportamiento
impredecible de otras personas.
La novela nos ayuda a comprender
como percibe el mundo una persona autista; porqué siente lo que siente y
se comporta como se comporta. Por ejemplo, la mente de Christopher se
comporta de un modo que la hace vulnerable a una sobreestimulación
excesiva. Christofer lo percibe absolutamente todo, siendo incapaz de
discriminar entre lo importante y lo insignificante, y esto implica un
sobreesfuerzo que lo puede llevar a la desesperación y al
retrotraimiento. Por eso los autistas tienen aversión a las situaciones
nuevas, porque les sobreestimulan en un modo insoportable que le pueden
llevar a un apagón, como cuando el procesador de un ordenador
se ve desbordado por toda la información que recibe y se cuelga. Como
los ordenadores, Christopher tiene apagones que sobrevienen cuando la sobreestimulación se torna insoportable, estados de inconsciencia durante los que no recuerda nada.
Reflexionar
sobre el particular funcionamiento de la mente de un chico autista nos
lleva a la paradoja de asombrarnos por las capacidades de nuestra propia
mente, capaz de habilidades tan extraordinarias como infravaloradas,
como interpretar correcta e instantaneamente una multitud de
microexpresiones faciales del rostro de otras personas y poder conectar
empáticamente con estas en base a esta interpretación. Y también en
hablar y entendernos a través del lenguaje, un código de señales tan
impreciso, ambiguo y confuso como complicado, en el que prácticamente
nada puede tomarse al pié de la letra.
Christopher no es ni un genio ni un retrasado, simplemente su mente funciona de otro modo. El Curioso Incidente del Perro a Medianoche nos desvela las particularidades de este modo tan literal de aprehender el mundo en el que vivimos.
A mí me encantó el libro. Además se lo recomiendo mucho (en su versión original) a mis alumnos de inglés, porque el lenguaje es bastante sencillo, y es muy bueno para lanzarse a leer novelas en inglés.
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